Cuando el año pasado estuvimos en la Copa Cervezas del Caribe 2018, conocimos nuevas personas que con el tiempo han llegado a ser grandes amigos. Uno de ellos Francisco González Romero, oriundo de México y juez cervecero, al que agradecemos que nos concedió unos minutos de su tiempo para conocerlo y detallar parte de su larga historia.
Francisco González Romero, cuéntanos un poco de tu historia, ¿cómo llegaste al mundo de la cerveza?
Es una historia curiosa pues realmente llegue aquí por accidente. Cuando trabajaba en radio me regalaron unos pases para una expo que se llama Gourmet Show, y dentro de esta expo había un pabellón de cerveza, lo que hoy en día es Cerveza México, y aunque toda la vida me ha gustado la cerveza, ese fue mi primer acercamiento con toda la variedad de cervezas artesanales. Lo único diferente a las cervezas macro mexicanas que había probado era Zillertal de Uruguay que mi buen amigo José Luis Ferrari me había ofrecido en el restaurante donde él trabajaba.
Al día siguiente revisando todos los flyers y publicidad que me habían dado me encontré con uno para un Diplomado de Sommelier, cosa que curiosamente yo andaba buscando tomar para meter un programa de vinos a la radio, esto fue por agosto-septiembre 2011 aproximadamente.
Decidí inscribirme al diplomado, que repito era para vinos, pero por una u otra razón cada que estaba por iniciar el curso lo posponían y me pedían esperar un mes más. Así fue hasta por abril que pedí el reembolso del curso y básicamente me dijeron: “ok el de vino no se va a abrir pero tenemos el de cerveza, si te inscribes se abre sino tampoco y ya te devolvemos tu dinero”.
El diplomado para Beersommelier, el inicio.
En mayo tomaba mi primera clase del Diplomado para Beersommelier impartido por AMEG. Para ser sincero la primer clase me hizo dudar mucho sobre si era buena idea, ya que no sabía nada del tema. Todos mis compañeros o al menos la gran mayoría tenían carreras o estudios en alimentos y bebidas. Yo no entendía ni que era la malta ni la cebada, básicamente nada. Ese día se llevó la grúa mi coche y regresé algo desanimado a casa y con el pensamiento de tal vez renunciar. Platicando con mi familia, principalmente con mi mamá, fue que tomé la decisión de seguir en el diplomado.
Para la segunda o tercera clase, en la que comenzaron los ejercicios sensoriales, me di cuenta que realmente tenía cierta facilidad para el tema y empezaba a gustarme. Desde ahí comencé a profundizar y terminé el diplomado siendo una de las calificaciones más altas, la segunda de hecho, y comencé a plantearme en esto de una forma mucho más seria.
Soy socio y cervecero de Instinto y colaboro junto con Juan Monroy en Alakazam.
¿Cómo te convertiste en juez cervecero?
La parte de juez vino unos años después cuando decidí tomar algunas certificaciones adicionales como la de Doemens, UBT y BJCP.
Mi primer experiencia como juez fue en la competencia Gran Concurso de Cerveceros. Para esta etapa yo ya me estaba dedicando de lleno a la cerveza con mi proyecto de bar y dando clases para el diplomado de donde egresé, además de consultoría y talleres.
Hasta la fecha he tenido la fortuna de ser considerado e invitado a competencias alrededor del mundo.
He sido juez en México, Italia, Perú , Ecuador, Colombia, Uruguay, Chile , Japón y próximamente Panamá.
¿Cómo está el movimiento cervecero en México? ¿Hay muchas cervecerías y jueces?
Como en todo el mundo es un movimiento que va creciendo día a día. Actualmente se calcula que hay poco más de mil cervecerías alrededor de todo el país. Algunas con producciones muy pequeñas y locales. Otras con producción y distribución nacional o incluso de exportación.
Es un mercado que sigue en una etapa muy marcada de prueba y error donde hay muchas cervecerías de nivel casero pero que ya comercializan y donde, desde mi opinión personal, existe una sobre oferta de producto; situación que considero pasa en general en toda Latinoamérica.
Es un mercado que está en vías de profesionalizarse y de convertirse realmente en parte de la industria cervecera y no quedar como una simple moda. Las ventas de cerveza independiente, artesanal o como prefieras llamarla, representan el 1% del consumo total en México. Esto porque el duopolio AB InBev como Cervecería Modelo, y Heineken como cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma, tienen muchísimo poder y somos un país realmente cervecero.
El tema es que el consumidor tiene muy arraigado el cómo debería ser una cerveza, por lo tanto ofrecer todo el abanico de estilos que existen requiere generar más cultura cervecera, ofrecer productos de mucha calidad y tener una clara idea del concepto de negocio que representa tener una cervecería.
En el tema jueces podríamos hablar de que hay poco más de 100 jueces certificados por alguna institución como BJCP u otra, aunque el número que realmente participa de esta práctica es mucho menor.
Certificarte como juez no basta para decir que eres juez, es algo que implica invertir dinero, tiempo, capacitarte continuamente, estar actualizado entre otras cosas.
¿Qué es Beer Paradise? ¿A qué se dedican? ¿En dónde se encuentran?
Beer Paradise es un bar de cerveza artesanal que tenemos al nororiente de la Ciudad de México, y muy cerca de la Basílica de Guadalupe.
Buscamos ser un espacio en donde las personas puedan ir a disfrutar de una buena cerveza e ir aprendiendo de a poco acerca de esta bebida.
El ambiente es muy tranquilo, siendo un lugar para parejas, pequeñas reuniones de amigos o juntas de trabajo.
Nos hemos enterado que también tienes un programa de radio. ¿Cómo llegaste ahí? ¿Se te puede escuchar por internet?
Sí, tengo el gusto de ser coanfitrión del programa “Frecuencias AMEG” cuyo conductor principal es Eduardo Villegas, y quien justamente fue mi maestro de beersommelier. Él me invitó a participar en el proyecto.
El programa se transmite todos los viernes a las 6 de la tarde, hora de la Ciudad de México (UTC –6, UTC –5 en verano), por www.promoestereo.com.
Hablamos de temas cerveceros y se tiene como invitados a diferentes personajes de la industria.
Tienes en tus mano la lámpara mágica de Aladino, y puedes pedir 3 deseos cerveceros… ¿Son?
Los cerveceros tienen que entender que si venden su cerveza se vuelve un negocio y un negocio implica muchas cosas: inversión en capacitación, mejora continua del producto, estar expuestos a la crítica, y una necesaria mejora de la calidad en sus cervezas. Hay que dejar de lado la idea y justificación de que por ser artesanal se pueden poner malos productos en el mercado.
Que este movimiento se consolide como parte de la industria.
Y finalmente, que cada vez más personas se interesen en probar diferentes cervezas y le den oportunidad a sus sentidos de vivir una viaje sensorial.
Déjanos un mensaje a los cerveceros mexicanos y en general a los latino americanos.
Que sean consientes de que este mercado depende de la calidad de sus productos.
No se brinquen la etapa de homebrewer, porque ahí se aprende mucho y si no la quieren tomar como tal, que inviertan mucho en capacitación y se acerquen a las personas que llevan más tiempo o que si están certificadas.
No tomen nunca a las críticas de forma personal, más bien que sea como una oportunidad para crecer.
Experimenten mucho, cocinen algo para ustedes cada que se pueda sin la intención de venderlo, hagan esto por pasión y si va a ser negocio que haya mucha inteligencia, salud!
Paco, para terminar, recomiéndanos una cerveza mexicana que sí o sí debamos probar.
Dos Aves, Cyprez, Wendtland, Insurgente, Alakazam, Instinto, Irreverente, Hércules. Realmente hay muchas cervecerías mexicanas que son muy buenas.
Pero definitivamente tienes que probar las de Dos Aves.
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Agradecemos profundamente a Francisco González por su colaboración para este artículo. Le deseamos desde Homo Cervecerus la mejor de las suertes y muchas birras y copas para los años venideros.
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¡Salud y muchas birras!
